Blog escrito por Paula, estudiante actual de HAN, en Nijmegen y embajadora para Edukonexion. Paula participa en nuestros webinars y charlas y le encanta ayudar a nuevos estudiantes, dándoles consejos y contándoles de su experiencia.
Me presento, soy Paula. Una chica de 18 años que se armó de valor para empezar una nueva aventura hace apenas un año.
Os habréis preguntado millones de veces si en algún momento se está preparado para iniciar una nueva etapa, que implica sacrificio, incertidumbre y sobre todo confianza. La respuesta es no, nunca se llega a estar preparado del todo para aprender a vivir fuera de la “zona de confort”. La historia que vais a leer es mía, en la cual cuento cómo con apenas 17 años decidí irme a estudiar fuera, a un país totalmente desconocido para mí.
Todo comenzó hace tres años, cuando yo estaba en cuarto de la ESO y me planteé por primera vez qué era lo que quería estudiar realmente, lo que más me llamaba la atención y a lo que me gustaría dedicarme en un futuro; y por suerte encontré la respuesta; investigación oncológica. Empecé a mirar qué universidades me ofrecían esa oportunidad de estudio y por desgracia, o por suerte, ninguna lo hacía, o al menos no como yo quería.
En primero de bachillerato, una muy buena amiga mía ya se había ido a Londres a estudiar su carrera y yo pensé; ¿y por qué no intentar buscar fuera y apostar por algo distinto? Bien pues, tras horas de hablar con ella, afortunadamente tuve la oportunidad de tener el contacto de Kathryn, a la cual ya conoceréis. Por aquel febrero de 2021 me puse en contacto con ella y tuve la ocasión de contarle todo lo que me apasionaba la investigación y la curiosidad que tenía de estudiar fuera.
Al principio fue un poco complicado, ya que este tipo de carrera no suele ser muy habitual en una chica de 17 años, pero yo lo tenía claro. Tras varias video llamadas por el famoso “ZOOM”, Kathryn dio en el clavo y me ofreció la oportunidad y la gran idea de irme a estudiar a Holanda.
Al principio no estaba muy convencida, ya que Holanda para mí no era un país de referencia de estudiantes como puede ser Londres o EEUU pero, tras insistencia Kathryn me ofreció una lista de universidades las cuales ella consideraba las mejores relacionadas con el estudio que yo estaba segura que quería hacer… y al final conseguió convencerme.
Empezaron las visitas a las páginas webs de las universidades, los agobios de las semejanzas que la mayoría tenían, pero además, empezó el miedo al tener claro que aquello me gustaba y era probable que me fuera. Una vez decidí las universidades que más encajaban en mi prototipo de carrera, Kathryn se puso en marcha con el proceso de las solicitudes y a la par, el proceso de empezar a encontrar alojamiento llegó.
No voy a mentir si niego que no fue un proceso duro, ya que los meses de Abril, Mayo y Junio fueron un poco cuesta arriba. En Abril mi solicitud en las tres universidades, que a mi parecer eran las que más encajaba con mi prototipo de carrera (Universidad de Maastricht; Universidad de Radboud y la Universidad de HAN) fue aceptada y eso fue un soplo de aire para mí pero el problema de los alojamientos empezaba a llegar.
A mediados de abril, la insistencia y persistencia en todas las páginas webs era constante pero aun así todo eran respuestas de negación para poder quedarme en esos alojamientos. Junto con ello, a finales de abril llegaron los exámenes finales de segundo de bachillerato y con ello el inicio de empezar a estudiar para la EVAU. Llegó mayo, y en qué momento… seguía sin encontrar un alojamiento y los meses para irme cada vez iban siendo menos. La EVAU empezó a hacerse un poco más cuesta arriba y el examen de inglés (C1) comenzaba a ser uno de mis mayores miedos.
A medida que mayo iba avanzando, mi estrés era mayor, pero, aun así, la confianza en uno mismo es lo último que se pierde. Al final del mes era el momento definitivo, “ahora o nunca” ya que me tocaba enfrentarme a la famosa EVAU y al examen de inglés; al final no fue tan mal como esperaba, o al menos eso pensaba yo.
Empieza junio y el viaje de fin de curso y las semanas de desconexión no iban a venir nada mal, pero, aun así, seguía sin alojamiento. Los emails seguían llegando y sí, todos ellos tenían la misma respuesta “este alojamiento no está disponible”. Dos semanas después de empezar el mes, empezaron a llegar las malas noticias, las notas de la EVAU.
Para poneros un poco en contexto, las universidades a las cuales yo apliqué pedían como requisito tener aprobadas las cuatro materias troncales (Matemáticas, Lengua, Inglés e Historia) pero, en mi caso, se torció un poco el tema de Matemáticas.
A pesar de raspar el aprobado, la Universidad de Radboud no lo aceptó por lo que mi primera opción se tambaleó y junto con ello, mi tristeza aumentó. A la semana siguiente, llegaron los resultados del examen de inglés los cuales fueron la gota que colmó el vaso ya que no llegué a los puntos suficientes para obtener el nivel necesario del IELTS, lo que definitivamente hizo que mi primera opción estuviera fuera de mi alcance.
Esto fue un bajón muy grande para mí ya que con todas mis fuerzas deseaba irme a estudiar fuera y había invertido mucho tiempo y esfuerzo para hacerlo. En este momento todo se puso negro para mí y mi sueño de poder empezar una vida fuera de España se veía imposible.
Tras varias llamadas con Kathryn y conversaciones con mi familia, pude ver que no todo estaba perdido, ya que las otras dos universidades quedaban en pie. En la HAN University of Applied Science mi solicitud seguía en marcha, lo que me dio a pensar; ¿por qué tiene que salir mal?
Bien pues, tras varios días leyendo el programa me di cuenta que esa universidad ofrecía aquello que yo más quería, prácticas en el laboratorio todos los días y, en ese momento, vi todo de otra manera. Es curiosa que antes había fijado más en las universidades de investigación (las Reserch Universities) pero en realidad, me di cuenta que las de ciencias aplicadas ofrecen una formación muy práctica e interesante.
Las buenas noticias iban llegando teniendo en cuenta que el tema del alojamiento estaba solucionado. Como he dicho, tras mucha insistencia y mostrar las ganas inmensas de encontrar apartamento no resultaron en vano ya que conseguí encontrar y ser aceptada en un estudio, a diez minutos de la universidad, en el cual me iba a poder quedar por un periodo de seis meses. Lo que pareció ser el peor mes del año, se convirtió en un junio un tanto bueno.
A medida que se iba acercando el momento de irme, me iba haciendo a la idea de que la despedida de mis amigos y mis familiares estaba cerca, y que duró fue darse cuenta de ello.
Llegó agosto y quedaban pocas semanas para marcharse, todo estaba listo, universidad y alojamiento estaban asegurados pero lo que no lo estaba tanto era el momento de la despedida y la bienvenida a un nuevo país.
El 20 de agosto a las 5:00am cogí las maletas y al abrir la puerta de la calle con la sorpresa de encontrarme con mis amigos. Todos estaban ahí, con la sonrisa de oreja a oreja, pero con alguna que otra lágrima en los ojos. En ese momento me di cuenta de todo lo bonito que me aportan y más aún, de lo que me seguirán aportando. Después de diez minutos y sin querer despegarme de ellos, me tocó subirme al coche directo al aeropuerto. Al llegar allí me di cuenta de todo aquello que iba a dejar atrás, empezando por el cariño diario de mi abuela. Después de decir hasta pronto a mi padre, hermano y a mi madre, la emoción que había evitado todo este tiempo salió a la superficie y si, hablo de las lágrimas y la tristeza.
Cuando aterricé, todo me parecía raro y completamente diferente. La gente montaba en bici, no había apenas ruido y todo el mundo parecía ser totalmente feliz.
El 22 de agosto comenzaron las semanas de estudiantes internacionales, las cuales todas las universidades proporcionan para dar la bienvenida a los nuevos alumnos que vienen de otros países. Como bien me dijo Kathryn, esta podría ser una gran oportunidad para asentarme un poco más a lo que iba a ser mi nuevo hogar, para comenzar a crear un círculo de amistades y para ganar esa confianza que iba a necesitar en todo momento.
Pasados unos días y ya asentada en lo que iba a ser mi hogar para mis primeros seis meses, comenzó la aventura. El 23 de agosto, empezó el camping para la semana de estudiantes donde iba a tener la oportunidad de conocer a mis primeros amigos y sí, conseguí sentir mis primeras sonrisas de ver que fui capaz de llegar a ese momento.
La semana pasó rápido y el círculo de amigos cada vez iba siendo más grande. Mi primera amiga fue Masha, una chica de Las Islas Canarias que desde el primer momento en el que nos vimos nos convertimos en uña y carne. Junto con ella estaban Juliana y Claudia, una chica española y la otra alemana. Las cuatro pasamos la semana bailando, conociendo a muchísima más gente y sobre todo intercambiando nuestras primeras conversaciones en inglés, que raro fue eso.
Tras esa semana, tocaba la verdadera aventura, afrontar la universidad. El 28 de agosto, pisé por primera vez la universidad de HAN, enorme, con muchísimos edificios para cada tipo de carrera y sobre todos millones de estudiantes a los que me moría de ganas de conocer.
En una de esas mañanas, apareció Candela, una chica, bajita, morena y un poco cascarrabias. Al ser española, pudimos hablar durante un rato acerca de lo que ella estaba estudiando, de dónde vivía… y al final coincidimos en lo mismo, ella también estaba estudiando el programa de Life Science. Al seguir hablando con ella me dio el número de teléfono de una amiga suya con la que ella había venido a estudiar y que por coincidencia iríamos juntas a la misma clase. Esa misma tarde, escribí a Claudia, la amiga de Candela, y quedamos en que al siguiente día y primer día de clase entramos juntas.
Llegó el 29 de agosto y tocaba por primera vez ir a clase. Al llegar por la mañana, en la puerta me esperaba Claudia una chica pelirroja, risueña y con un carácter muy parecido al mío. Entramos a clase y nos sentamos todos en esa enorme aula y, en ese momento me di cuenta que a pesar de que estuve cinco minutos con ella, no le falta razón a la frase “escoge bien con quién te vayas a sentar el primer día de clase porque será la persona que marque tus años de carrera”.
Después de terminar la clase, nos juntamos con todos nuestros amigos, lo que fue algo increíble. Pasamos el día juntos, las clases fueron alucinantes y los profesores y compañeros de clase… sin palabras para poder definirlos.
Tras varios meses ya aquí, el ir a clase en bici se convirtió en una rutina, hablar en inglés casi en algo rutinario e ir a la compra y sentirte un poco más adulta en algo inconsciente de hacer. Al final, no hubo mejor elección que esta universidad ya que como he dicho anteriormente, el primer día de clase de práctica, me puse la bata y las gafas y fui al laboratorio directamente. Ese momento para mí siempre será único ya que pude sentir como hay cosas en las que a pesar de haberlas querido cumplir años atrás en algún momento se acaban haciendo realidad.
Por otro lado, y en cuanto a mi sentimiento hacia España, había meses puntuales en los que la tristeza está presente, pero qué bonitos son esos meses. En esos días en los que hay lloros, hay necesidad de echar de menos y de sobre todo falta de abrazo, te das cuenta de lo mucho que han hecho ellos por ti, brindándote la oportunidad y sobre todo su esfuerzo de poder irte a estudiar fuera.
Pasados ya 4 meses, Claudia, Candela y yo nos convertimos en mejores amigas y junto a ellas, mis amistades iban siendo muchísimos más grandes.
Ya terminando con mi historia, a pesar de que podría usar folios interminables si sigo contando acerca de esta, solo tengo una cosa más que escribir y es para vosotros.
Jamás dejéis de pensar en todo lo que valéis y en todo el esfuerzo y empeño que estoy segura que estáis poniendo, seguir así que al final o a veces, los sueños y las grandes oportunidades se cumplen.
Paula.